Escribimos...


 
El árbol de la Macedonia
La clase empezó como siempre. Nuestro tutor D. Ramón, que a pesar de estar un poco loco, es profesor de ciencias,  nos enseñó su nuevo invento en el que todos pensábamos que iba a fracasar.
Resulta que era un árbol que él solito podía cultivar todo tipo de frutas: MANZANAS, NARANJAS, PERAS PLÁTANOS, KIWIS, KAKIS, MARACUYÁS, PIÑAS, MELOCOTONES, MELONES, SANDÍAS, POMELOS, FRESAS, CEREZAS etc.
<<Pero eso lo puede hacer cualquiera mezclando todo tipo de semillas>>Diréis.
Pero éste era un árbol que daba, por ejemplo, FRESAS que sabían a MANZANA.
 Y, si queréis, os lo puedo demostrar así:

Las FRESAS sabían a CEREZAS,
Las  MANZANAS sabían a MARACUYÁS,
Y las CEREZAS  sabían a dichas FRESAS

Las  PIÑAS sabían a MELONES
Los KIWIS a NARANJAS,
Las SANDÍAS a MELOCOTONES.
Y los MELOCOTONES MANZANAS
                                                  María  Agulleiro Casais


D. Ramón nos llevó una bandeja llena de dichas frutas. Lógicamente todos nosotros nos pusimos como locos porque no es muy normal que unas frutas tengan el sabor de otras y que cuando te encuentras en frente de una bandeja llena de frutas no sepas cuál puedes coger para saber, por ejemplo, cuál tiene el sabor de un delicioso KAKI.
Yo decidí coger una MANZANA con sabor a PLÁTANO porque mi fruta favorita es esta última.
Cuando tocó el timbre mi amiga  Adela y yo fuimos corriendo al despacho del director a preguntar si le molestaba que tuviéramos en clase una preciosa y espectacular planta. Y él con una alegre voz nos contestó:
-         Claro que no, es un orgullo tener un árbol único en este colegio, pero esto tiene que ser un secreto de esta escuela.
-         ¿Secreto?- Preguntamos las dos al unísono.
-         Si, un secreto porque si comentamos la noticia a cualquier medio de comunicación, algún chiflado nos puede copiar el invento.
-         Pero señor director, ¿ No se da cuenta, de que D. Ramón puede patentar el invento y nosotros presumir de él? .
-         Si, pero eso significaría mucho esfuerzo para un arbusto que ni siquiera es un árbol.
-         ¡Eh!- Exclamé yo, aunque bajo ninguna circunstancia se puede gritar a una persona mayor.- ¡ No es un arbusto !

 Y así seguimos discutiendo sucesivamente hasta que mi madre me llamó por teléfono gritando:
- ¡¿No te parece que ya son horas de ir viniendo para casa a cenar?!
- … -Yo no contesté.
-¡Contesta! – Gritó.
- Si mamá… - Dije yo pensando<< Menuda pesada>>

Al día siguiente, le comenté a D. Ramón el intercambio de opiniones que tuvimos Adela, el director y yo.
Él muy serio nos contestó:
-Si el director no quiere patentar el invento lo haré yo.
- ¿De verdad?- Exclamé yo muy emocionada.
-Claro que es verdad, usted ya sabe que D. Ramón no hace bromas, jovencita- Contestó con una voz muy graciosa.
- ¡Qué bien!- Dije muy entusiasmada al  saber que era verdad.
 La noticia fue corriendo por todo el colegio debido a que Adela y yo repartíamos más folletos a los niños y  ellos se apuntaban a colaborar en la patente.
Cuando D. Ramón fue al registro de patentes (o algo así) y patentó el precioso árbol, todos los niños/as estábamos contentísimos.
El director como era buena persona, se dio cuenta de la alegría de los niños cada vez que veían o comían una fruta tan deliciosa, le pidió a D. Ramón permiso para que en el comedor de la escuela en vez de dar fruta normal, dieran de ese árbol para que los niños se alimentaran de una manera divertida y saludable, D. Ramón aceptó.
Como le parecía poco, el director, decidió cambiar el nombre del instituto por uno mucho más original: << EL ÁRBOL DE LA MACEDONIA >>.
Para celebrarlo hicieron un festín al que asistieron todos los/as alumnos/as y en el los anfitriones de la fiesta eran las frutas.
Pasaron casi ocho meses y llamaron a D. Ramón para anunciarle que le iban a mandar un barco muy grande que le iba llevar  a un destino al que pocas personas pueden viajar.
Éste era un destino llamado <<PREMIO NOBEL DE CIENCIAS>>.
Escrito por: MARÍA AGULLEIRO CASAIS